
Hola Batcuever,
Esta semana no vengo con dramas personales ni nada por el estilo.
La vida nos da momentos duros y momentos felices pero, dentro de lo que se pueda, hay que avanzar.
Así que he vuelto y con muchas ganas.
Me he puesto de nuevo delante de la cámara, nuevos vídeos y tengo muchas ideas para los diferentes canales. Quiero estar más activo y quiero tener más feedback e interacción con la maravillosa comunidad que nos sigue.
Nueva época, nuevo Batman.
Y si quieres saber dónde estaremos próximamente, para asistir a uno de nuestros directos, aquí te lo dejo:
26 de Abril, 19:00h - Palacio de la Prensa (Madrid) - Jumanji
30 de Mayo, 19:30h - Cines Filmax Gran Vía (Barcelona) - Ready Player One
Pero seguramente tú has venido aquí por las recomendaciones, así que vamos a ello.
Y si crees que estas recomendaciones podrían interesarle a alguien, nos harías un gran favor compartiendo esta publicación.
Escape (Película)
Tan del revés está todo, que hasta los créditos finales van de arriba a abajo.
Rodrigo Cortés nos presenta una paradoja brillante envuelta en una comedia absurda, divertidísima e inteligente. Una historia de prisiones y escapismo pero al revés: Escape no va sobre alguien que quiere salir de la cárcel, sino sobre alguien que hará lo imposible por entrar en ella.
Mario Casas interpreta a Ene, un joven comido por la culpa. Cree que por su responsabilidad en la muerte de su mujer y su hijo no nato, merece ser privado de todo tipo de libertad. Ese es el castigo que él se autoimpone. El problema es que no es capaz de hacer daño ni a una mosca, por lo que su misión no será sencilla. Ahí es donde arranca la locura: cuando alguien intenta ir voluntariamente a prisión, el Estado, como un engranaje kafkiano, se convierte en su peor enemigo. Lo que debería ser sencillo se vuelve un laberinto de trabas burocráticas, protocolos ridículos y funcionarios que rozan lo esperpéntico.
Lo curioso es cómo Cortés maneja la parodia y el humor de manera sutil. Todo está milimetrado para que el exceso no desborde el relato, sino que lo alimente: clichés llevados al extremo, personajes que rozan lo grotesco y un ritmo narrativo que no te da ni un respiro. Incluso las localizaciones parecen pensadas como una sátira: salas de juzgado que no verías en España, despachos imposibles, cárceles estereotipadas al extremo. Todo contribuye a ese mundo absurdo que, sin embargo, te parece muy real.
Algo curioso con lo que juega Cortés es con la idea de la fábula, la de contarnos un cuento como podría ser la metamorfosis de Kafka y, aquí se sirve del relato de Blancanieves y los siete enanitos. La peli está dividida en capítulos con los nombres de los enanitos. No es solo un chiste visual, hay algo interesante en esa estructura, como si el viaje de Ene fuese una fábula retorcida, infantil y cruel a la vez. Cada capítulo lleva su tono, su microgiro, su pequeña mutación. Y obviamente, los nombres de cada enanito tendrá que ver con lo que ocurre.
Me ha encantado también el desfile de caras conocidas que utiliza Cortés. Juanjo Puigcorbé está sensacional como un alcaide más cerca de un villano de Bond que de un funcionario público. Albert Pla es un compañero de celda tan incómodo que casi dan ganas de salir corriendo de la pantalla. Blanca Portillo, como doctora de prisión harta de todo y de todos. Willy Toledo, de vuelta al cine, clava a un psicólogo más elocuente que útil. Josep María Pou es un cura con ganas de guerra, y José Sacristán, imponente y con su característico mal genio, interpreta al juez que por sus santos cojones hará lo posible para que Ene no logre lo que se propone. Porque eso faltaba, que el sistema sirva para que alguien se salga con la suya.
Y mención especial a Anna Castillo que está maravillosa como la hermana de Ene. Dulce y con garra. Tiene uno de los personajes más humanos y complejos de la película, y consigue a la perfección que cada una de sus escenas conecte emocionalmente.
Todos ellos están exagerados y, al mismo tiempo, muy afinados. Rodrigo Cortés no da puntada sin hilo. Hay una dirección de actores impecable, que entiende que esta película no va de sutilezas sino de llevarlo todo al límite sin perder el fondo. Porque Escape, a pesar del humor, habla del dolor, la culpa, la redención y la búsqueda absurda de sentido en un mundo donde lo lógico se ha ido a la mierda.
Es curioso que el triunfo del héroe aquí no es la libertad ni la justicia, sino el encierro. Y es ese desvío brutal respecto a cualquier narrativa convencional lo que hace que Escape sea tan divertida. Porque, al fin y al cabo, ¿qué pasa cuando tu mayor anhelo va contra toda lógica? ¿Quién puede ayudarte cuando lo que deseas es precisamente lo que todos intentan evitar? Absurdo e interesante.
Me mola ver como Cortés vuelve a sus orígenes, pero con más libertad, más mala leche y más oficio. He visto mucho aquí de su ópera prima Concursante o su cortometraje 15 días, ya que vuelve a plantear un mundo donde las normas del sistema se dan la vuelta y te muestra lo absurdo del sistema. Donde las estructuras sociales y económicas están diseñadas para aplastar al individuo. Pero ahora lo hace desde la comedia, con una precisión quirúrgica y una confianza total en lo que quiere contar.
La tienes en Movistar+
El oficio de actor (Documental)
Javier Bardem, Luis Tosar y Eduard Fernández sentados en círculo, sin actuar, sin máscaras, solo hablando de actuar como si estuvieran en el bar de siempre.
El oficio del actor, dirigido por Mariano Barroso, es eso: una conversación entre colegas que se admiran, se respetan y se entienden. No hay postureo, no hay discurso de promoción. Solo tres bestias de la interpretación española desnudando su oficio con una honestidad brutal.
Bardem habla de cómo construye un personaje desde cero, de su obsesión con el orden, con entender cada capa. Tosar confiesa el miedo al encasillamiento, esa sensación de que a veces lo llaman para hacer “de el mismo tío”, y lo que se agradece cuando alguien te propone algo distinto. Y Eduard Fernández, entre risas, cuenta que a veces ve pelis malas para subirse la autoestima. También habla de lo difícil que es conectar con un personaje que está en las antípodas de tu forma de ser… y del momento exacto en que algo encaja.
¿Lo mejor? No parece que haya cámaras delante y dura menos de una hora.
¿Lo peor? Si estás dejando de fumar, ni se te ocurra verlo. Mad Men es Disney comparado con esto.
Ojalá hagan uno de 20 años después. Me fliparía.
Puedes verlo gratis aquí
La furia (Película)
Una película que existe para incomodarte, removerte y dejarte sin aliento. Tan dura como necesaria. Y no lo digo como fórmula, lo digo porque terminé de verla con un nudo en la garganta y la sensación de haber acompañado a alguien real, no a un personaje. De hecho, me metí tanto que estuve en un coloquio con la directora y la actriz, tras el visionado y me costaba separar actriz de personaje.
La historia sigue a Alex, una joven que, tras sufrir una violación durante una fiesta, se ve atrapada en una odisea emocional donde ni su entorno ni ella misma saben muy bien cómo seguir adelante. Su hermano, muy lejos de ser un pilar de apoyo, representa una presión maquillada como protección, que solo intensifica el daño.
Gemma Blasco construye un relato devastador donde no solo somos testigos del trauma, sino de todo lo que viene después. Y lo más poderoso es que la directora decide no mostrarnos nada, literalmente. La pantalla se va a negro. Solo oímos. Y en esa oscuridad, el sonido hace lo que tiene que hacer: que construya el espectador lo que ocurre. La furia en esta película no está en la venganza, está en el silencio, en el asco, en la culpa y en la memoria rota.
La película juega con los tiempos y con el montaje para meternos dentro de la cabeza de Alex. Todo está fragmentado, como ella. Una conversación, una obra de teatro, un recuerdo, una mirada, un olor. Nada fluye con normalidad porque así funciona el trauma: salta, se atranca, vuelve.
Àngela Cervantes está inmensa. Dibuja una tristeza contenida que no te suelta cuando acaba la peli.
Esta no es una película amable, no es cómoda y no es fácil de ver. Pero es cine con un propósito. Cine que no grita, pero te deja sordo. Cine que no busca respuestas, solo verdad.
Eso sí, si esperas un thriller rollo rape and revenge, estás en la peli equivocada.
Búscala en tu cine de confianza, no tiene desperdicio.
Por cierto.
Ya puedes ver de manera gratuita nuestro primer directo en el Palacio de la Prensa de Madrid
Civil War (Película)
Alex Garland no quiere que empatices. No hay buenos ni hay malos, es una guerra. Y ni siquiera con las víctimas empatiza. Es el horror y la crudeza servida. Civil War nos muestra una distopía que acaba siendo una pesadilla muy reconocible, donde la guerra no está pasando en un país lejano que los medios no te muestran, sino en uno demasiado familiar. Eso lo hace todavía más incómodo y hace que conectes con este tipo de conflictos. Garland te lo acerca a tu realidad para que reflexiones de verdad.
La película es una road movie al uso, que arrastra a sus personajes, un cuarteto que funciona a la perfección, a través de un Estados Unidos devastado, con paradas que rellenan el viaje pero que muestran el desconcierto y el horror del conflicto. No hay grandes batallas bélicas, sino escombros humanos que sobreviven en medio de la violencia. Y ese es el mérito de Garland: firme, duro, despojando de emoción cada escena, como si nos estuviese diciendo “esto es lo que hay”.
El contraste está bien llevado. A las escenas más duras les precede una música alegre, como si el infierno tuviera su propia banda sonora electro-pop. Eso genera una incomodidad que la hace muy original.
Kirsten Dunst hace un trabajo contenido y muy poderoso, cargada de años de traumas en su mirada. Wagner Moura y su Han Solo particular se come la pantalla con energía y carisma. Cailee Spaeny, como siempre, demuestra que tiene un talento brutal y un futuro que nos traerá maravillas.
La tienes en Movistar+
Y por supuesto, vamos ahora con…
La Película que te ahorro ver
Blancanieves
Fui a verla con mis sobrinos. Ellos eligieron Blancanieves, la alternativa era Minecraft, así que tampoco opuse mucha resistencia. No esperaba gran cosa… pero aun así consiguió decepcionarme.
Y no, no es por el color de piel de Blancanieves, ni por los enanos en CGI, ni por la polémica con Peter Dinklage. Todo eso me da absolutamente igual. Lo que me molesta es que esta película es un producto sin alma. Una adaptación hueca, desganada y aburrida. Las canciones nuevas no tienen chispa ni función narrativa: están ahí porque “toca”. El número del “Aiho” lo reescriben como si el espectador ya viniera de casa tarareándola, y aun así no dejan disfrutarla ni un momento. No hay presentación emocional, ni ritmo, ni intención. Solo ruido.
Intentan alargar la historia metiendo bandidos rebeldes, pero no desarrollan a nadie. Ni Blancanieves, ni su supuesto interés romántico, ni los secundarios. Todo es plano, funcional y olvidable. Hasta los enanitos, que en la original eran puro encanto, aquí quedan diluidos en una sopa genérica de nombres y efectos digitales.
Mis sobrinos, que se comen cualquier cosa con magia y colores, se aburrieron. Y eso lo dice todo.
Disney no está adaptando sus clásicos. Está desmantelando su propio legado para vender refritos sin corazón. Y eso sí que da pena.
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